a dos casas (
de mi casa) vive un niño cuyo padre es
tarotista. es gordo y comprador y me cae
extremádamente mal. en el barrio todos lo quieren/adoran/aprecian. lava los autos de los vecinos por 5 pesos, y se la pasa charlando con el tipo del
kiosko y con la panadera que fuma y echa desodorante de ambiente. cuando lo observo desde mi ventana pienso en que ya es un viejo con cuerpo de pequeño. sus expresiones, sus posturas, su "
chau doña" me lo confirman día a día. intenta agradarme por que debo ser la única persona con la cual no dialoga. si voy a comprar una gaseosa, me saca la coca-cola de la heladera y lo miro con cara de orto. si me habla le hago una
sonrisita por la mitad, y
automáticamente hace otra cosa.
grita
grita
muchome despierta de mis largas siestas
me raya las baldosas con su
skate de juguetería
se cree líder
no lo trago ni con dulce de leche
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